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martes, 30 de abril de 2013

Primeras impresiones de la temporada de anime de primavera 2013

Un trimestre más se estrena una nueva temporada de anime en Japón, y aquí os traigo mis impresiones sobre las series que he comenzado. Como Chihayafuru 2 sigue todavía en emisión y el resto de series ya acabó (aunque me falta por ver los cuatro últimos de Sasami-san@Ganbaranai), tenía tiempo para comenzar cuatro series más, así que vamos a ello. Como siempre, ordenadas de mayor a menor interés, y en todas he visto al menos los 3 o 4 primeros episodios.

Uno de los estrenos de la temporada. Es una serie de Production I.G. a manos de Kazuya Murata, director de la película Fullmetal Alchemist: La Estrella Sagrada de Milos, y que colaboró en tareas de dirección en otras series como Berserk (la antigua de los 90) o las dos temporadas de Code Geass. 

La historia es de ciencia-ficción, donde se nos presenta a una Alianza Galáctica de humanos que lleva tiempo en guerra contra otra especie, los Hidiaazu. En una de estas batallas, Led acaba en un portal espacio-temporal y acaba en un planeta cubierto de agua que resulta ser la perdida Tierra.

La animación de Production I.G. es de gran calidad, como suele ser habitual, y el punto de partida es interesante. Más allá de la batalla del primer episodio, un tanto confusa, la serie mejora cuando Led llega a la Tierra y se establece el contacto entre él y los humanos que allí viven, que se encuentran en un estado más antiguo de tecnología que la que él posee. De momento la serie está planteando algunos temas como el miedo y desconfianza a lo desconocido, así como una muy buena ambientación, adaptando algunas técnicas de guerra y de vida a la situación que plantea que la Tierra esté cubierta por los océanos. Por otra parte, me llama la atención que vayan a ser 12 o 13 episodios y que esté llevando un ritmo tan tranquilo. De momento, promete bastante si no ha olvidado la historia que tiene que contar y luego le entran las prisas, porque imagino que los Hidiaazu tendrán que volver en algún momento.


Posiblemente esta adaptación del manga de Hajime Isayama sea el estreno de la temporada para la mayoría, y quizá, uno de los estrenos del año. Nuevamente Production I.G. está involucrada, aunque parece que en esta ocasión como apoyo, dejando el trabajo de animación a Wit Studios, que llevan menos de un año en funcionamiento. A los mandos, Tetsurou Araki, director de High School of the Dead y de series como Guilty Crown o la adaptación al anime de Death Note.

Otra historia fantástica (no lo puedo evitar). En este caso, la humanidad casi ha sido exterminada por los titanes, unos gigantes que los cazan y devoran. Lo que queda de los humanos se recluye tras los altos muros de una enorme ciudad, confiando en que estos sean suficientes para disuadir a estos seres y viviendo una vida relativamente tranquila. Hasta que un día, un titán más alto que los muros aparece y el terror se desata en la ciudad.

Desde luego, lo que plantea esta historia es bastante interesante, nada más y nada menos que una lucha por la supervivencia. La animación está bastante bien, y el diseño de personajes, de trazo bastante grueso y poco vistoso, sorprendentemente no queda mal en una historia bastante descarnada y poco dada a concesiones amables, por lo que se adivina. Sin embargo, a pesar de todas la alabanzas o quizá por su culpa, me esperaba más, al menos del comienzo. Este me pareció bastante clásico y típico más allá de un par de momentos particulares, como la aparición del titán, que es bastante impresionante. Gran parte de culpa de mi impresión la tiene el protagonista, Eren, que chilla más que habla y me resulta bastante pesado. A pesar de esto, se deja ver una historia cruenta y que no creo que de tregua a la humanidad, y si el ritmo está bien manejado puede estar bastante bien y enganchar lo suyo.


Esta serie no tenía pensado verla en un principio, pero los buenos comentarios de Eter me hicieron replantearme su visionado. Yahari Ore, para abreviar, adapta una serie de novelas que siguen en publicación en Japón. El anime corre a cargo de Brain's Base, bastante conocido gracias a su trabajo en series como Baccano!, Durarara!!, Natsume Yuujinchou o Mawaru Penguindrum. Es la primera serie que dirige Ai Yoshimura, pero ya había estado al frente de episodios sueltos de series como Gintama o Ano Hana, lo que demuestra una mezcla de comedia y drama bastante peculiar, que igual se acaba reflejando en esta.

En esta ocasión tenemos una comedia que imagino que acabará derivando a comedia romántica, sobre un grupo de estudiantes asociales. El protagonista no quiere involucrarse de propia voluntad con otros estudiantes, una de las chicas sí quiere pero le cuesta un tanto, y la otra componente del grupo es una especie de superdotada en todo lo que hace pero fría como el hielo en el trato, aunque siempre quiere ayudar a los demás, aunque sea a su manera.

Lo mejor de esta serie es que, a diferencia de las otra dos (y de la que viene a continuación), parece una comedia ligera sin más pretensiones. Afinando un poco más, me recuerda bastante al inicio de Boku wa Tomodachi, pero quizá con un punto menos de humor pero también quitándole las capas de fanservice ridículo en que generó aquella. Parece que serán 12 episodios, y si mantiene este toque entretenido en ellos y no cae en el fanservice facilón, puede ser una opción entretenida para alternar entre Alianzas Galácticas o escabechinas de humanos, aunque no acabe pasando a la historia. Otra opción es que acabe metiendo algún dramón de fondo, cosa que me gustaría menos, pero habrá que ver cómo maneja llegado el caso.


Esta es otra adaptación de novelas, aunque en este caso ya están terminadas con 6 entregas. En lo que respecta al anime, está producido por P. A. Works, estudio del que ya disfruté en el pasado con series notables como True Tears o Another, cada una en su género.

Esta es una serie bastante japonesa, en el sentido que se nos presentan templos, monjes guardianes, espíritus malignos y demás elementos de la mitología de Japón. La protagonista es una chica bastante callada que no puede usar ciertos aparatos electrónicos, y un día descubre su papel en el templo tras una  mala experiencia en el viaje de fin de curso. Por recomendación de su padre, la chica y su guardián deciden mudarse a un instituto en Tokio, aunque este no será tan tranquilo como querrían.

Esta es la serie que menos me está interesando de todas. Por un lado no está mal animada en absoluto, y la parte de mitología me llama la atención. Pero por otro, detecto cierto tufillo a trama romántica que me resulta muy poco interesante, puesto que además, sus dos protagonistas me resultan bastante indiferentes, especialmente ella. Izumiko es la clásica protagonista excesivamente tímida y callada, y me resulta algo cansina en ocasiones. Llevo vistos 4 episodios y van a ser 12, así que seguramente siga y acabe con ella, aunque creo que, si nada lo remedia, acabará siendo una más del montón de las vistas.


Y eso es todo. Resumiendo, no me parece una temporada mala puesto que series como Gargantia o Shingeki no Kyojin aportan cierta calidad, y hay productos como Yahari Ore que de momento, me resultan entretenidos. Tres de cuatro no está mal. Pero para ser una de las temporadas fuertes esperaba encontrar más opciones interesantes. En ese sentido y como siempre, si tenéis alguna recomendación es bienvenida en los comentarios.

viernes, 26 de abril de 2013

La Momia Azteca contra el Robot Humano

Abro El Baúl Mohoso como cada último viernes de mes, y en esta ocasión os traigo una de esas películas que hacen las delicias de los amantes de los duelos. Años antes que Alien vs. Depredador o Freddy contra Jason mancillaran las pantallas del cine, tenemos esta película mexicana totalmente visionaria: La Momia Azteca contra el Robot Humano.

En realidad, esta película estrenada en 1958 y dirigida por Rafael Portillo es la tercera de una trilogía. Sus predecesoras, La Momia Azteca y La Maldición de la Momia Azteca, se estrenaron un año antes.

¿Por qué escoger esta película? Francamente, además de ser una de las peores valoradas de la IMDb, me sentí irremediablemente atraído por su título y el póster. ¡Una película donde una momia azteca y un robot humano (¿?) se dan tortazos! ¿Quién no puede querer ver semejante espectáculo? Además de la cara de enajenado del personaje de la esquina superior derecha, que en el original recibe el apodo de "El Murciélago". ¿Que por qué necesitamos un nombre así para el villano? Ni idea...

El problemilla de que sea la tercera parte de una trilogía es totalmente salvable. El lenguaje cinematográfico tiene mecanismos para refrescarnos la memoria de partes anteriores, como por ejemplo un buen prólogo al principio de la película. Eso es precisamente lo que ocurre en esta, salvo que en este caso los responsables decidieron crear lo que probablemente sea el prólogo más largo de la historia del cine: 40 minutos para recordarnos lo que había pasado en las otras dos películas.

Nada mejor que ir en traje para explorar criptas

Teniendo en cuenta que la duración de esta tercera entrega es de poco más de una hora, me parece un tiro en el pie en toda regla, además de una tomadura de pelo para todos aquellos que ya hayan visto las dos anteriores, si han tenido el valor. Como no era mi caso, irónicamente agradecí semejante salvajada cinematográfica. Para recordar las precuelas, la película hace un copia/pega sin ningún pudor. Y así es como se obtienen 40 minutos gratis... Solo falta rodar el resto de los 25, más las escenas de introducción de dichos recuerdos claro.

Siguiendo el hilo del prólogo y a pesar de que ya debéis conocer la respuesta, este está excesivamente estirado. No es plan de condensar, que luego uno se queda sin metraje y hay que rodar más para la tercera entrega... Así pues, se pueden encontrar escenas excesivamente largas y que aportan bien poco al conjunto. Todo este prólogo se podría haber reducido, perfectamente, a no más de 10 minutos siendo generosos.

¡Atrás chupasangre! Ah, no, espera un momento... Bah, da igual

Afortunadamente, los otros 30 minutos de la introducción proporcionan momentos grandiosamente ridículos, como una sacerdotisa azteca que se pone a cantar ópera, una momia azteca a la que le afecta una cruz como si fuera un vampiro, o rondas de primeros planos de miradas fallidamente cargadas de tensión.

Las escenas lentas y pesadas tienen su continuación en los 25 minutos de metraje original de la película, donde podremos asistir además a algunos homenajes bastante claros a La Momia o a Frankenstein. La película se vale para avanzar de un guión excesivamente simple, donde las cosas ocurren porque sí. No obstante tampoco molesta demasiado, dada la simplicidad de la propuesta.

Los personajes tampoco dicen nada. Personajes planos y que pasan sin pena ni gloria, sin apenas desarrollo y con unas interpretaciones ramplonas. Mención especial para el esbirro del malo, que se quemó la cara y ahora camina a todos lados sujetándose la solapa del abrigo de manera evidente, para que no se le note. Eso sí que es un rasgo característico en un personaje, ¿verdad?

A ver chicos, os voy a contar mi malvado plan

Las caracterizaciones de los dos personajes estrella se merecen su mención. Una momia donde se aprecia a años luz el pijama que lleva puesto el actor de turno, pero que resulta bien trabajado cuando se compara con el traje de robot. No por el diseño, muy propio de la época, sino por las fallas evidentes. Sin embargo estos defectos en una película de este tipo no deben ser tomados muy en cuenta.

Os estaréis preguntando por el famoso combate, el que da título a la película. Yo también me lo sigo preguntando. Después de 40 minutos de prólogo y unos 20 de metraje original, el tan esperado enfrentamiento dura... 2 minutos. Y luego hablamos del hype en la actualidad... 

La Momia Azteca contra el Robot Humano es una película francamente mala. Muy mala, a todos los niveles posibles además. Por eso me lo pasé bien viéndola. No pude evitar soltar un par de carcajadas de vez en cuando, ya sea con los sonidos guturales de la momia azteca o con el propio concepto de robot humano. El que dure 65 minutos nada más ayuda bastante a que no se haga muy pesada, incluso con sus escenas lentas e innecesarias. Pero evidentemente es lo que es, solo está recomendada para todo amante del cine casposo.

¡Contemplad al robot humano! Casi estaba esperando el "Noooooooo..." 

miércoles, 24 de abril de 2013

Amor (Amour)

Amor, de Michael Haneke, es una de esas películas que apunté cuando comencé a leer las primeras reseñas tras su estreno. Estrenada el año pasado, se llevó el premio a mejor película en el festival de Cannes, así como el de mejor película de habla no inglesa tanto en los Oscar como en los Globos de Oro.

Pero como decía, más allá de los premios de la crítica me llamó la atención la casi unanimidad de las reseñas leídas, así que me pareció una buena oportunidad para iniciarme con la filmografía de Haneke.

La película nos presenta a una pareja de jubilados, Georges y Anne, que vive en París. Ya cumplidos los ochenta años, siguen llevando una vida tranquila y pacífica, compartiendo todo el tiempo del mundo. Pero un día Anne sufre un infarto y pierde la movilidad de un lado de su cuerpo. Este hecho pondrá a prueba a la longeva pareja, que tiene que manejarse como puede.

Amor no es una película fácil, ni agradable. Es una película tremendamente dura y difícil de digerir, y extrañamente, también desprende una calidez  y cariño innegable en la mayor parte de su metraje.

Es una película que trata sobre su título, sin más rodeos. Ni más, ni menos, y no es en absoluto poco, teniendo en cuenta que es una temática en la que es muy fácil caer en la sensiblería o en una trama facilona. En las dos horas que dura esta película se puede asistir a toda una muestra de amor y cariño, representada en la pareja protagonista. Una pareja que se ha mantenido junta después de tantos y tantos años, que seguro que ha vivido innumerables vicisitudes a lo largo de su vida y que sin embargo, son felices de seguir compartiéndola, toda una representación del amor en los buenos momentos. 


Y ahora, esa pareja tiene que afrontar un duro golpe, y este será la representación en los malos momentos. Porque se nota el cariño de Georges cuando hace todo lo que puede por ayudar a Anne, a pesar de su cabezonería. O del de Anne por Georges, cuando sabe todo el peso que le está poniendo sobre los hombros y cómo intenta evitarlo en la medida de lo posible, aligerando la carga.

Esta es una película intimista, llena de encuadres cercanos y de momentos que parecen no aportar gran cosa, pero que consiguen que nos sintamos como si estuviéramos mirando la vida de esta pareja desde una pequeña ventana en su vivienda. Escenas que no tienen otra función más que aportar esa sensación de cotidianidad tan difícil de conseguir en una duración de dos horas, y que aquí está más que lograda. A nivel técnico, comentar que me resulta bastante meritorio rodar casi toda la película con la casa de la pareja como único escenario, y que no resulte especialmente agobiante o tediosa, aunque sí que me parece que alguno de los planos son excesivamente largos.


A la cercanía que transmite la película ayudan mucho los actores, por supuesto. Jean-Louis Trintignant (Georges) y Emmanuelle Riva (Annes) están sensacionales en sus respectivos papeles, proporcionando unas interpretaciones tremendamente naturales y cercanas de sus respectivos personajes. Ellos dos solos se bastan y se sobran para mantener una película que por otra parte, cuenta con pocos actores, dadas las circunstancias, pero que no da sensación de necesitar más de los que ya tiene.

Y como decía al principio, Amor es una película dura, muy dura. Hemos visto aproximaciones más amables a este tema, pero esta supone un bofetón de realidad a la idea de que la muerte acecha, y de que es inexorable, sobre todo cuando uno se acerca a cierta edad. Y por si no fuera poco, aprovecha esta situación para plantear otras cuestiones más difíciles si cabe, donde los protagonistas toman decisiones que les posicionan en temas complejos y delicados, y que desde luego pueden suscitar un gran debate.

Es una gran película, técnicamente impecable y que retrata con mucho mimo la relación y el cariño de este par de ancianos, adorables pero cabezotas. Pero no es recomendable. Es una película que a mi por lo menos se me hizo bastante dura por su temática, por lo que no se le puede decir a alguien que se ponga con ella para ver qué le parece. Como ya he comentado en otras ocasiones, es una de esas películas que uno tiene que ver por propia voluntad, sabiendo muy bien a lo que va a enfrentarse.


viernes, 19 de abril de 2013

The Artist

Hace relativamente poco pude ver al fin una de las películas cuya crítica ha estado entre las más positivas de los últimos años, que yo recuerde: The Artist, dirigida y guionizada por Michel Hazanavicius. Esta película es una producción francesa estrenada en 2011, que tiene la peculiaridad de estar rodada en blanco y negro y además, ser muda.

La acción transcurre en Hollywood, a finales de los años 20. George Valentin (Jean Dujardin) es un reputado actor de cine mudo, toda una estrella. Sin embargo, la carrera de George comienza a decaer con la llegada del sonido en las películas, y la irrupción de otros actores y actrices más jóvenes, como Peppy Miller (Bérénice Bejo), que no tienen miedo del cambio de estilo.

Nada más empezar y como no podía ser de otra manera, el primer elemento que llama la atención, y que además me pareció un detalle absolutamente brillante, es rodar una película sobre el cine mudo de finales de los años 20 con las técnicas de la época, es decir: en blanco y negro y sin sonido, más allá de la banda sonora, como es habitual.

Aunque sería más correcto decir con un uso muy limitado del sonido, que queda reservado para pequeños eventos muy especiales. Esta valentía, el presentar una película de esta manera en pleno siglo XXI, donde todas las películas están llenas de colorido, tratamiento digital y efectos especiales, me parece algo totalmente meritorio. Y como ya digo, brillante, si tenemos en cuenta la historia que nos está contando.


Este elemento técnico no es el único que llama la atención, ya que la película está llena de pequeños guiños al espectador y al propio lenguaje cinematográfico, como la escena del comienzo, en la que en una película ficticia se pide a gritos (en la transcripción escrita habitual en cine mudo, claro) a un personaje que hable, o el detalle del vaso de cristal, en el que se reflejan todos los miedos del protagonista. Son escenas que además de suponer guiños, me parecen simbólicamente maravillosas. La banda sonora de la película acompaña también de forma estupenda al metraje, apoyando la inmersión en el cine mudo con unas piezas muy acertadas. Y lo mismo podría decir de la ambientación y la fotografía, que están a un gran nivel.

La historia me recordó en ciertos aspectos a otra producción de cine clásico, El Crepúsculo de los Dioses, que también retrata el ocaso y olvido de una antigua estrella del cine. En The Artist se toca también este tema, retratando el paso inexorable del tiempo en los actores, que no pueden evitar verse reemplazados por gente más joven, así como en la propia tecnología que rodea al cine. Esta caída y olvido de George Valentin resulta una historia muy interesante y está muy bien llevada, gracias a la inspiración de escenas como la que comentaba anteriormente, o a muchas más que hay en la película.


Además, la película y la historia no serían lo que son si no fuera por sus actores protagonistas, que están fabulosos. Mirando las fotos uno puede apreciar que la caracterización de Jean Dujardin es sensacional, pero además la interpretación que realiza el actor francés hace que su personaje suba varios niveles más. Dujardin nos deja una interpretación imborrable, llena de gestos y matices que nos hace creer que verdaderamente estamos viendo una película de los años 20. Bérénice Bejo no se queda muy atrás, interpretando con un desparpajo encantador a una Peppy Miller que guarda una gran química con Valentin. Mención especial también para el siempre correcto papel de John Goodman, y para el perro, por supuesto. Alivio cómico en muchas ocasiones y un personaje más a tener en cuenta.

Estos personajes, además de tener unas grandes interpretaciones, me parecieron muy bien retratados. La película tampoco trata de idealizarnos o convertirlos en héroes o personas perfectas, y cada uno tiene su ración de fallos y meteduras de pata debido a patinazos de su carácter, ya sea el orgullo desmedido de Valentin, o no tener los pies en el suelo, en el caso de Miller. Patinazos que acaban dando lecciones, como en la vida misma, y que ayudan a empatizar con ellos.

Tan bien están dibujados estos personajes, que el espectador sabe cómo van a reaccionar ante un determinado hecho; pero no porque la película sea predecible, sino porque conocemos al personaje hasta ese tal punto, que nos ponemos en su lugar y sabemos cómo va a reaccionar.


The Artist tiene un algo mágico. La película atrapa al espectador con un encanto apabullante, como esa maravillosa escena del baile y las tomas falsas del comienzo de la película, y lo mantiene en este estado gracias a unas escenas cargadas de significado. Se podrían destacar varias a lo largo de la película, pero dos de las que más me llamaron la atención fueron la del restaurante, donde dos sillas tan cercanas jamás representaron tanta lejanía, o la del reflejo del traje en el cristal. Detalles tremendamente cargados de emoción y simbolismo.

En definitiva, The Artist es una película encantadora, mágica y emotiva, llevada con un ritmo fabuloso y con una conclusión magistral para unos personajes carismáticos y que se hacen querer. Un gran canto a la amistad, a luchar por tus ideales pero también a aceptar tus defectos y superarlos, y todo ello en un envoltorio diferente y original, a las alturas que estamos.

Es cierto que el hecho que sea cine mudo en blanco y negro igual puede frenar a muchos a su visionado, y desde luego, si uno ha visto algo de cine mudo disfrutará más todavía de la película, pero creo que su formato no debería ser un impedimento para su visionado. Es una gran historia, que a fin de cuentas es lo que importa. El que sea muda y en blanco y negro es lo de menos, así que esta puede ser una buena ocasión para empezar. 


lunes, 15 de abril de 2013

Black Mirror: Temporada 2

Hace más o menos un año reseñé lo que pensaba que era una miniserie de 3 episodios, Black Mirror:  una propuesta sorprendente que me atrapó a base de futuros distópicos y un guión muy sugerente. Mi sorpresa vino cuando se anunció una segunda temporada, y así, aunque no suelo hacer reseñas por temporada, dado que ya lo hice con la primera y el especial carácter episódico de esta serie, os traigo aquí algunos comentarios sobre los episodios de la segunda.

Be Right Back, ficha en FilmAffinity.
Primer episodio, y para mi, uno de los mejores de los 6 de los que consta esta serie. Se nos presenta aquí a una pareja, donde el chico es un adicto a las redes sociales. Un día tiene lugar un accidente y le presentan a la protagonista una alternativa escalofriante: simular a su novio con un programa de ordenador, reconstruido a partir de todas sus interacciones en la red.

Tema de actualidad este, ¿verdad? Este episodio toma la actual falta de conciencia sobre la privacidad en internet para darle una vuelta de tuerca y presentarnos una propuesta escalofriante: ¿se puede reconstruir a alguien a partir de la información que suministra? ¿Y si es así, qué pasaría? Las implicaciones de este hecho en cuanto al dolor y la superación de una pérdida son más que evidentes, y la serie las maneja en este episodio de manera brillante.

Las actuaciones también acompañan, empezando por la protagonista, Hayley Atwell (Los Pilares de la Tierra, o la más reciente Restless) y continuando con el chico, Domhnall Gleeson. Pocos actores en este episodio, muy centrado en los dos protagonistas, proporcionando una historia muy íntima y personal, y con un punto de mal rollo, incómodo, presente en casi todo el metraje.


White Bear, ficha en FilmAffinity.
En este episodio, una mujer se despierta en una casa. No recuerda cómo ha llegado allí, y no parece haber mucha gente por la calle. Pero extrañamente, las pocas personas que se encuentra lo único que hacen es grabarla con sus teléfonos. Lo que no pasaría de una situación muy incómoda se torna en dantesca cuando un extraño cazador enmascarado hace su aparición y ataca a la protagonista, que se ve obligada a huir para ponerse a salvo.

Este episodio representa para mi los mejores 50 minutos de ciencia-ficción que he visto en mucho tiempo. Y sé que con esto pongo el listón muy alto, pero es que lo que propone este episodio es francamente interesante, y su resolución es poco menos que brillante.

Atrapa por completo de principio a fin, con una tensión palpable desde el minuto uno gracias al desconocimiento del contexto de la historia, poniéndonos en el mismo punto de vista que la protagonista.  Esas miradas inquietantes desde la ventana, la pasividad de la gente y su enfermiza obsesión por grabar lo que está pasando incomoda rápidamente al espectador. En este episodio se juega con la deshumanización, y es además una crítica a esos observadores impasibles tan de moda últimamente, pero como es habitual en la serie, con una vuelta de guión oscura e incómoda, que en este episodio resulta además una sacudida emocional sorprendente, tratando más temas de los que parecía en un principio, o con más matices. No se puede (ni debe) comentar nada más de este episodio, hay que verlo, porque es de los que te dejan dándole vueltas durante un tiempo.


The Waldo Moment, ficha en FilmAffinity.
Waldo es un personaje de animación de un show nocturno, donde tiene un papel humorístico gracias a sus sátiras. Un día todo se descontrola cuando Waldo se mete en política, y sorprendentemente se convierte en un arma electoral, presentándose a las próximas elecciones.

Si bien White Bear era el mejor episodio de la temporada y para mi, de toda la serie, The Waldo Moment es el más flojo igualmente de la temporada y la serie en general. No es malo, pero sí resulta flojo, le falta fuerza. Juega con alguna idea interesante en relación a la política, a ese populismo desatado como medida de captación de votos o la inutilidad de ciertas situaciones que a más de uno le sonará dado el contexto actual, pero no acaba de atrapar como los anteriores.

Curiosamente es quizá también el episodio menos distópico de todos, el más cercano a la situación presente. Igual eso ha influido en que me llame menos la atención, o quizá sea su cercanía en emisión al maravilloso White Bear, pero sí que da la sensación de que le falta algo, no impacta como sus predecesores y deja una sensación de querer que pase algo que finalmente no ocurre.


Ya en general, los tres episodios a nivel técnico son muy correctos. Tienen una buena ambientación, con ese toque futurista pero cercano, tan fácilmente reconocible por el espectador de hoy día y que ayuda a implicarse con los episodios. Y tiene también unas interpretaciones muy correctas, en todos sus episodios. 

Personalmente me parece una de las propuestas más originales y recomendables del panorama televisivo actual. Si os gusta la ciencia-ficción os animo a que le deis una oportunidad, aunque hay que reconocer que el primer episodio de la primera temporada no es igual el capítulo más indicado por lo grotesco de su planteamiento... Pero que no os eche para atrás. Además, el que sean episodios autoconclusivos ayuda bastante, pudiendo empezar por otro si el primero os resulta demasiado "extraño".

viernes, 12 de abril de 2013

Rashômon

Con esta película se llega al final del ciclo de cine Miradas de Oriente, y qué mejor broche que terminar con uno de los países asiáticos cuya filmografía tengo más explorada, además de aprovechar para ver una película más del gran Akira Kurosawa.

Esta película se estrenó en 1950 y está basada en dos relatos del escritor Ryunosuke Akutagawa. La acción se desarrolla en Rashômon, una de las puertas de la por entonces capital Kioto, y que se encuentra en un estado de abandono en la película. Allí, bajo un intenso aguacero, se resguardan un leñador, un campesino y un monje. El leñador y el monje se ponen a hablar sobre un extraño suceso: el asesinato de un señor feudal y la violación de su esposa por un bandido en las montañas, mientras viajaban.

Personalmente tengo que admitir que Kurosawa es un director que me gusta mucho, a pesar de que la mera mención de su nombre de puntos de gafapastismo. Siempre digo que todo amante del cine en todas sus vertientes, debe ver varias películas de este hombre. Rashômon sin ir más lejos es uno de sus clásicos y una de sus obras mejor valoradas.

A Kurosawa le gusta mucho jugar con símbolos. Tiene una habilidad fascinante para aplicar capas de información y matices allí donde no parece haber nada, y hay que estar pendiente de todos los detalles, lo que exige cierto esfuerzo y conocimientos por parte del espectador. Como ejemplo, personalmente desconocía que Rashômon era una de las puertas de Kioto. Según parece, esta puerta comenzó a deteriorarse durante el siglo XII, época en la que se ubica la película, siendo lugar de ladrones y maleantes varios, así como emplazamiento de bebés abandonados. Para Kurosawa, esta decadencia de Rashômon simboliza la de la propia Kioto y en un nivel más profundo, la decadencia de la sociedad japonesa de la época, aunque es un mensaje bastante intemporal.


Y es que Rashômon, la película, nos habla de la condición humana. Lejos de ser una obra de samuráis y de peleas a espada (aunque las hay), aprovecha esta metáfora para hablarnos de nuestros defectos como seres humanos. El pesimismo parece inundar el metraje, aunque también se permite algún detalle optimista entre tanta crítica.

Para contar esta historia se vale de un recurso bastante interesante, teniendo en cuenta que estamos en 1950: utilizar varios puntos de vista. Veremos la versión de la mujer del señor feudal, la del bandido, la del señor feudal asesinado (a través de un medium, lo que ya supone todo un redoble narrativo) y la del leñador, que es quien descubre el cadáver. Cada una de estos puntos de vista nos aportan información sobre el resultado final, pero a la vez, retratan ciertos aspectos de los personajes fácilmente aplicables a cualquier ser humano, además de tratar sobre la objetividad de "la verdad".


Todas estas preguntas y debates filosóficos están bien planteados, y las historias se van narrando de manera ágil y entretenida, para lo que podría ser una película de estas características. Kurosawa maneja bien los recursos narrativos, y mezcla muy bien la parte más filosófica de la película con la propia resolución progresiva del misterio del crimen. También es cierto que una vez vista la película su mensaje puede parecer excesivamente obvio y simple en su exposición, pero hay que tener en cuenta que es hija de su tiempo.

Las actuaciones son bastante curiosas. Me estaba pareciendo que la actuación de Toshirô Mifue era demasiado teatrera, y eso son palabras mayores. Algunos detalles como las risotadas del bandido interpretado por Mifune me sacaban de la película. Sin embargo, una vez que la película avanza y se ven más puntos de vista, se comprende que las interpretaciones están también al servicio de la historia, ya que potencian cada uno de dichos puntos de vista. En la de Mifune por ejemplo, el bandido no hace más que soltar bravatas y lo hace de forma tremendamente exagerada, mientras que en otras versiones está más mitigado. Este es otro detalle que me pareció bastante meritorio.


En cuanto a la producción, la película aprovecha bien el reducido número de actores con los que cuenta y los escenarios que utiliza. Al girar en torno a distintos puntos de vista, se repiten los mismos escenarios de una historia a otra, y los actores son evidentemente los mismos, sorteando nuevas inclusiones con diálogos al aire, aunque igual es un recurso que pueda quedar algo forzado, pero consigue no restar atención de los protagonistas.

Es una película fundamentada en su guión, su mensaje y los matices de las interpretaciones de los personajes en los diferentes puntos de vista, lo que me parece algo bastante sugerente e interesante. Sin embargo, no creo que sea una película para todos los paladares. Posiblemente haya otras películas de Kurosawa más propias para un público neófito, esta igual es demasiado filosófica para alguien que quiera introducirse en su filmografía y que no esté acostumbrado a ver cine clásico japonés. Por otro lado, su calidad me parece indudable y me ha parecido una muy buena película, así que si tenéis cierto interés id a por ella, aunque sabiendo que es más filosofía que acción.


martes, 9 de abril de 2013

Brave (Indomable)

Brave es la última producción del estudio Pixar estrenada en cines, allá en 2012. Como ya sabéis me encanta la fantasía, y además todo lo relacionado con Escocia, así que siendo además de Pixar esta película tenía todas las papeletas para ser vista en el cine. Sin embargo, entre que me pilló especialmente liado por la fecha del estreno, más tarde me fui una temporada fuera de España y por último, las tibias críticas que estaba recibiendo, la terminé aparcando. Pero no iba a dejarla indefinidamente, claro.

Aunque en un principio en la dirección se iba a encontrar Brenda Chapman, que ya fue codirectora de El Príncipe de Egipto para el estudio de la competencia, Dreamworks, al final fue reemplazada por Mark Andrews, codirector del estupendo corto "El Hombre Orquesta", también de Pixar, y Steve Purcell, que hasta la fecha había dirigido algunas películas de las hermanas Olsen. Los tres colaboran también en el guión, que está basado en una idea original de la propia Chapman.

La historia está ambientada en un reino de corte medieval, donde gobierna el Rey Fergus y por donde campa Merida, su hija. Está en una edad rebelde y se niega a aceptar el papel de princesa que su madre Elinor, la reina, con tanto esmero intenta cultivar, puesto que está más interesada en practicar con su arco. Y un día todo se complica cuando Merida pide ayuda a una extraña anciana, que le concede un deseo que se volverá en su contra.

Antes de nada debo decir que a mi la película me ha parecido bastante entretenida. Hay que tener en cuenta lo que es, y es que tal y como deja ver su sinopsis, estamos ante un cuento fantástico a la más vieja usanza. Lejos queda por tanto de otras películas como Up o Wall-E (o incluso Toy Story 3), que contenían una capa adicional de madurez en su historia que las situaba en un escalón diferente. Lo reciente de estas producciones y las expectativas de ver algo igual creo que han jugado un poco en contra de Brave, cuando me parece que no pretendía entrar en esta liga en absoluto.


Brave es un cuento. Tal y como comenta la propia Chapman, inspirado en los hermanos Grim, con su bruja, algún misterio de fondo y el viaje personal de su protagonista. Tiene un carácter infantil más marcado que en otras producciones del estudio sí, pero no veo por qué eso tiene que ser un problema, puesto que otras películas como Buscando a Nemo o Monstruos (o incluso me atrevería a decir Cars, sin haberla visto) también lo tienen. No es nada nuevo y no creo que sea culpa de la mano de Disney, tiene que haber un poco de todo.

Y dentro de ese espíritu folclórico, la película me parece meritoriamente entretenida. Muy posiblemente no sea la mejor de su género y evidentemente un adulto igual echa en falta algunas capas más de disfrute, pero no es una mala película en absoluto. Tiene un buen ritmo para su duración de 100 minutos, y una bella factura técnica que desde luego ameniza el visionado, con unos escenarios preciosos y llenos de colorido y una animación fluida y llena de detalles en los gestos y movimientos. La inspiración escocesa se deja sentir tanto en la música como en la ambientación de la historia, ya sea en los castillos, los paisajes, el vestuario o la propia sociedad, estructurada en los famosos clanes. Para un amante de la cultura tradicional escocesa, es todo un plus.


En cuanto a los personajes, estos me gustaron bastante. Merida me encanta, un buen giro a la clásica princesa de cuento de hadas, alejada de las obras más clásicas y teniendo un carisma desbordante. Tanto su madre Elinor como el bonachón del padre también quedan bastante bien retratados en la película, cumpliendo su función, especialmente la primera, que forma una buena dupla con Merida proporcionando momentos divertidos y emotivos.

Como es habitual también en este tipo de películas, se aprovecha una historia de fondo para lanzar un mensaje claro para todos los públicos. La cinta juega mucho con la idea de la familia, la comprensión mutua y el diálogo para acercar posturas, y tiene alguna escena bastante buena al respecto como la del diálogo en paralelo. Para ello plantea a la protagonista, o protagonistas si tenemos en cuenta también a la madre, una aventura lo más compleja posible que les ayudará a intentar resolver sus diferencias. Hay algunas gotas de acción y humor por la película para amenizar su metraje, y la inevitable confrontación final. La historia en ese sentido es predecible, pero no hasta niveles sonrojantes si contextualizamos sus pretensiones y su público.

En definitiva, Brave me ha parecido una película muy interesante y digna de un estudio de la categoria de Pixar. Más enfocada a un público infantil sí, pero muy disfrutable si no estamos esperando ver un nuevo Up. Y es que pocos saber aunar como hace Pixar una calidad técnica apabullante con una historia cálida y amable.


viernes, 5 de abril de 2013

The Raid: Redemption

Penúltima película del ciclo Miradas de Oriente. The Raid: Redemption, también conocida como Redada Asesina, es una coproducción entre Indonesia y Estados Unidos dirigida en 2011 por el galés Gareth Evans. 

Este director se estableció en Indonesia prácticamente desde que rodó un documental sobre el pencak silat, las artes marciales de Indonesia. Una vez allí conoció a Iko Uwais, practicante de este arte marcial, y juntos rodaron en 2009 la película Merantau, y posteriormente en 2011 esta que nos ocupa, The Raid.

El motivo de elegir esta película es la buena valoración que tenía dentro de las cintas indonesias, país que por otra parte era totalmente desconocido para mi en lo que respecta a su filmografía. Nuevamente tenemos una película para la exhibición de un arte marcial, al igual que ya pasó con la tailandesa Ong Bak, pero en este caso he quedado bastante satisfecho, a diferencia de la otra.

The Raid nos sitúa en Jakarta, donde existe un edificio tomado por una banda criminal extremadamente peligrosa y que acoge a inquilinos de dudosa reputación. De esta forma, el complejo se ha convertido poco menos que en inexpugnable y un lugar donde la policía evita ir. Eso es así hasta que un comando especial de la policía recibe la orden de infiltrarse en el edificio en una operación sorpresa para intentar apresar al cabecilla.

Artes marciales, un edificio tomado por una banda criminal y por inquilinos peligrosos, un equipo de élite armados hasta los dientes... No hay que ser Sherlock Holmes para hacerse una idea de lo que uno se puede encontrar en esta película. Estaba esperando ver acción a raudales y que sus poco más de 100 minutos me resultaran al menos entretenidos, y debo decir que The Raid lo cumplió con creces.


La película va directa al grano, no se molesta en desperdiciar ni un minuto contándonos cosas innecesarias, pero tampoco da sensación de apresurada. Rápidamente se nos dan un par de pinceladas para que nos hagamos una idea del trasfondo del protagonista, que por otra parte era un tanto obvio, y nos mete directamente en el furgón camino del edificio. Es en este furgón donde se nos presentan los antecedentes de la banda criminal y qué ocurre en el edificio, lo que aligera bastante la historia.

Una vez que llegan, ya os podéis imaginar lo que ocurre. Evidentemente algo sale mal y el plan sorpresa se va al traste, por lo que la situación se complica y tiene lugar la inevitable ensalada de balas. La película está llena de escenas de acción con algunos momentos de transición para no saturar, y creo que Evans, que también es el guionista, dosifica bastante bien la acción, alternándola con otros de una tensión bastante palpable y algunos otros donde se nos va dando información sobre la historia y relaja un poco el ambiente.


Las escenas de acción, parte principal de la película, son bastante interesantes y entretenidas. Son muy dinámicas, cambiando de escenarios o añadiendo nuevos elementos, en forma de inquilinos rabiosos armados con machetes o emboscadas en los rellanos. Son también variadas, ya que hay tiroteos, machetazos, explosiones y combates sin armas, que sirven para la demostración del pencak silat de Iko Uwais principalmente, que resulta como era de esperar una máquina de matar. Hay que decir también que la película es algo explícita en ocasiones, y habida cuenta de las explosiones y tiroteos que hay, podéis ver reventar alguna que otra extremidad.

En la dirección de dichas escenas sí que tengo alguna pega, puesto que sigue la moda de cámara temblorosa en más ocasiones de las deseadas, especialmente en los tiroteos y explosiones. Como ya he comentado en más de una ocasión es un recurso que me gusta bastante poco. Evans sin embargo también deja algún detalle más interesante, como el uso de la sordera para identificarse con cierto personaje en determinado momento, logrando añadir una componente de tensión adicional, o algunos planos bastante llamativos. La coreografía de las peleas está bastante lograda.


Al detalle de la cámara temblorosa le tengo que añadir otro pequeño punto negativo a la película, y es que algún combate en particular se hace increíblemente largo. Tan largo que resulta inverosímil que con la paliza que se están dando puedan seguir peleando y no se hayan partido varios huesos. Para rematarlo, la conclusión de dicho combate me pareció a todas luces exageradísima.

Los actores están bastante correctos, y he de decir que me han sorprendido para bien. Iko Uwais (Rama) hace un buen papel, aportando una interpretación creíble adicionalmente a su papel de experto en artes marciales. Otros actores como Joe Taslim (Jaka, el jefe del comando policial enviado), Ray Sahetapy (Tama, el cabecilla de la banda), Donny Alamsyah (Andy, la mano derecha de Tama) o Yayan Ruhian (Mad Dog, el brazo ejecutar de Tama) proporcionan una interpretación bastante mejor de la que esperaba en un principio para una película de estas características. En general, todos cumplen bastante bien con lo que se les exige y proporcionan una visión creíble y realista de sus personajes.

Salvo esos dos pequeños puntos negativos que comentaba anteriormente, y que tampoco son tan graves, es una película muy entretenida de ver. Asegura acción casi constante, bien dosificada y variada, unas interpretaciones correctas, liberación de adrenalina y en definitiva, un buen rato frente a la pantalla si lo que uno busca es desconectar un rato y no complicarse la vida viendo una historia compleja.


miércoles, 3 de abril de 2013

Kotoura-san

Las series cortas de la temporada de invierno llegan a su fin, y entre ellas se encuentra esta: Kotoura-san, un anime de 12 episodios producido por AIC Classic, una de las divisiones del estudio AIC, que cuenta en su haber con numerosas series de televisión y películas a lo largo de sus más de 30 años de historia. Esta división en concreto parece que comenzó a producir series en 2011.

En la dirección se encuentra Masahiko Oota, director del slice-of-life Minami-ke. La historia adapta, al parecer con algunas licencias, el manga de mismo nombre, cuyo creador usa el pseudónimo Enokids; en el momento de publicar esta reseña cuenta con cuatro tomos publicados, permaneciendo abierta.

Tal y como indica el nombre de la serie la protagonista es Kotoura, una adolescente de quince años que tiene la habilidad de leer la mente de los demás. Pero este don no le ha traído más que problemas, ya que ha sufrido a lo largo de toda su vida el rechazo de todas las personas que la rodeaban, temerosas y recelosas de exponer sus pensamientos más personales. La vida aislada de Kotoura sufrirá un cambio cuando conozca a Manabe, un chico que la acepta tal y como es y gracias al cual irá abriéndose poco a poco a los demás.

La presentación de la historia se realiza desde una perspectiva sorprendentemente dramática, mostrando unos primeros 12 minutos desasosegantes. Este inicio me parece una presentación perfecta para el personaje de Kotoura y su habilidad, si hubiera que afrontarlo desde una perspectiva realista. Desde el descubrimiento de su poder hasta las consecuencias de utilizarlo, el abandono de su madre y el sentirse repudiada por todo aquel que se acercaba demasiado a ella y terminaba descubriendo su habilidad, me parece un planteamiento muy interesante para darle un trasfondo coherente a este personaje. 


No obstante en la segunda parte del primer episodio aligera el drama y da pie a situaciones más cómicas y desenfadadas, reduciendo la tensión creada al principio gracias a la inclusión de Manabe. Con este primer episodio, la presentación de la serie me pareció brillante.

Este será en líneas generales el esquema que siga la serie, narrativamente hablando. Una alternancia muy curiosa entre situaciones dramáticas (unas más duras, otras más exageradas) y otras de una comedia estudiantil bastante amable y desenfadada, salpicada de vez en cuando por algunos momentos de fanservice protagonizados por Manabe, lo que me parece en general algo comprensible y está presentado de forma inocente, o el abuelo de Kotoura. Estos japoneses no dejarán de sorprenderme con sus viejos salidos...

Los primeros episodios de la serie me gustaron bastante, mezclando correctamente drama y comedia, quizá predominando un poco más el drama planteando situaciones como el acoso escolar que sufre Kotoura o sus miedos a la hora de abrirse a la gente. Aquí conocemos además al resto del grupo, se intuyen algunas motivaciones y se introduce a Moritani, personaje que me terminó gustando bastante a pesar de sus inicios.


Me parece que la manera de manejar el drama en esos episodios iniciales es su mayor acierto, ya que encuentro que la serie funciona mejor como drama que como comedia, puesto que llegado un punto esta va a terminar casi exclusivamente derivando a alguna fantasía de Manabe o del abuelo. A partir de cierto momento las cargas dramáticas se vuelven más espaciadas, y si bien la serie sigue siendo entretenida de ver, para mi sufre un bajón.

La historia a veces parece un tanto apresurada (el capítulo 4 podría pasar por un final de serie, si fueran 4 OVAs por ejemplo), y realmente hay que aceptar algunos dogmas en las dinámicas del grupo, como el entontamiento de Manabe o la evolución de Moritani. Además, el intento de meter algo de drama hacia el final no resulta tan inspirado como en los primeros episodios, presentando una pequeña saga que intenta servir de desarrollo para otros personajes secundarios como Mifune, pero que tiene algunos desarrollos un tanto chapuceros y resulta bastante evidente, por lo que pierde bastante interés en lo que respecta a la fuerza narrativa.

La serie no cuenta con un gran elenco de personajes, y prácticamente se reduce a las interacción del grupo con Kotoura. Kotoura me resultó simpática, a pesar de que a veces resulte algo cansina o melodramática, mientras que Manabe es el clásico tontorrón enamorado. Nada nuevo bajo el sol. En los secundarios sí se puede encontrar algún detalle adicional, como la peculiar relación de Mifune y Muroto, esa complicidad de dos personas que se conocen desde hace tantos años, las motivaciones de la propia Mifune para fundar el club (aunque luego creo que no se trata todo en lo profundidad que me gustaría) o la evolución de Moritani.


El diseño de estos personajes es bastante sencillo y parece captar la esencia del manga original, que resulta ser una serie de tiras cómicas (yon-koma), ya sea por la sencillez de sus dibujos o por el uso de personajes super-deformed en muchas de las escenas de comedia. Son diseños agradables aunque me resultan muy genéricos, no dicen gran cosa. Lo mismo se podría decir de la animación, que cumple con una calidad correcta, sin grandes fallos pero tampoco sin mostrar ningún alarde o algo llamativo. El trabajo de los actores de doblaje sí me resultó bastante convincente, buena elección de voces y un buen trabajo en general a lo largo de la serie.

Igual da la impresión de que pesan más los puntos negativos, pero tampoco es eso. Kotoura-san es una serie en general bastante maja y agradable de ver. Si bien no se convirtió en lo que creía que podría apuntar tras su prometedor inicio, sus episodios al menos me proporcionaron un rato entretenido mientras los veía. Y algunos de los puntos que salen peor parados en cuanto a la historia, igual tienen su explicación posteriormente en el manga o en una hipotética continuación del anime. 

Posiblemente no sea una serie especialmente recomendable, pero si uno ha visto los primeros 3 o 4 episodios y le resulta entretenida, tampoco creo que se termine decepcionando con ella.


Ficha en MyAnimeList.