Casi cinco años después de su estreno, allá por septiembre de 2008, Fringe nos ha dicho adios. Han sido varias las veces que la serie ha estado en la cuerda floja amenazada con una cancelación sin piedad, pero ha ido aguantando hasta que finalmente confirmaron una quinta y última temporada de 13 episodios, sensiblemente más corta que las anteriores, pero que parecía bastar a priori para darle un final digno a esta serie.
Muchos la han considerado la sucesora espiritual de Lost. No en vano, al frente del equipo creativo que ideó la serie, está J.J. Abrams. Después de crear Lost y mientras se encontraba trabajando en el reinicio de Stark Trek, Abrams ideó Fringe junto a Roberto Orci y Alex Kurtzman, junto a los que ya había trabajado en Alias. Sin embargo, Fringe no es Lost, y aunque en algunos momentos recuerde a ella, es una serie más accesible para el público general.
La historia de Fringe gira en torno a un departamento especial del FBI encargado de investigar fenómenos extraños. Estos parecen tener relación con los experimentos desarrollados años atrás por un científico que actualmente se encuentra ingresado en un manicomio: Walter Bishop. La agente Olivia Dunham se sitúa al frente de esta división, y junto al hijo de Walter, Peter, sacarán a este del manicomio para investigar los inquietantes sucesos que están teniendo lugar últimamente.
Antes de nada, comentar que la reseña está totalmente libre de spoilers, podéis leer con total tranquilidad. Supongo que es inevitable comenzar por lo primero que a uno le viene a la cabeza al leer la premisa: recuerda a Expediente X. La serie comienza además con una sucesión de episodios semanales autoconclusivos, que se podrían catalogar como "el monstruo de la semana", que la acercan bastante al funcionamiento de aquella. No obstante el ritmo de estos episodios es bastante entretenido, y la serie pronto muestra que su elenco protagonista es más que acertado: tanto Olivia Dunham, como Walter Bishop y Peter Bishop se encargan de mantener el interés durante el inicio de la serie, junto a unos casos curiosos y bien llevados, tanto de guión como de realización técnica.
Como digo, esta es quizás la comparación más evidente que se puede hacer al comenzar la serie. A partir de aquí, me gustaría destacar dos puntos muy positivos de Fringe: por un lado, la inclusión de una trama de fondo más compleja, de una mitología propia que la alejó de estas comparaciones, dándole una personalidad propia y más interesante de lo que cabría esperar en un principio. Y por otro, la gran química existente entre su reparto, ya no únicamente entre el trío protagonista, sino con todos los secundarios (secundarios principales, podríamos decir) que han ido desfilando a lo largo de los episodios. Va a ser complicado olvidar a personajes como Nina Sharp, el agente Broyles, Charlie y su ronca voz, el agente Lee, o Astro, por citar algunos. Todos tienen sus momentos de gloria, y de todos podría tirarme varios párrafos hablando.
Los personajes principales se merecen una mención especial. En ellos reside gran parte de la fuerza de esta serie, gracias a un excelente casting y a unas interpretaciones fabulosas, muy especialmente de John Noble como Walter Bishop. Este hombre ya me encantó (y aborrecí a su personaje) en El Retorno del Rey haciendo de Denethor, senescal de Gondor; aquí da vida a un personaje que, en parte gracias al guión y en parte gracias a su actuación, pasará a la historia de la televisión. Walter es un personaje extraño por sus manías, pero es inevitable cogerle cariño precisamente por lo mismo. John Noble retrata de manera fantástica todos los tics, manías y emociones de un personaje muy complejo con una calidad asombrosa, consiguiendo transmitir muchísimo con apenas unos gestos. Un trabajo lleno de mérito y digno de reconocimiento.
Anna Torv como Olivia Dunham también nos brinda un gran personaje, fuerte y carismático pero que va mostrando poco a poco su lado más humano y débil, a pesar de esa coraza que suele llevar puesta. Y Joshua Jackson consigue que su Peter Bishop no solo no resulte cargante, sino que se le coja gran aprecio también, gracias a la relación que va desarrollando con su padre entre otros factores, como su humanidad.
Si tuviera que destacar algo de Fringe, diría antes las relaciones de los personajes que la trama fantástica. La relación de Walter y Peter ha dado grandes momentos a lo largo de sus cinco temporadas, así como la química entre el grupo de la división Fringe, especialmente entre Walter y Astral. La serie maneja con acierto los clásicos temas de amistad, amor y sacrificio a lo largo de sus episodios, y lo hace en general de forma muy acertada, emotiva y épica, cuando procede según el caso.
Volviendo a la historia, la mitología de la serie y su evolución a lo largo de los episodios me resultó en líneas generales muy positiva. Me gustó que entre los casos semanales se incluyeran pistas u tramas que se entrelazarían más adelante con otros sucesos importantes, lo que ayuda mucho a la sensación de continuidad de la serie. Esta trama va adquiriendo tintes muy interesantes a lo largo de los episodios, y plantea situaciones que, si bien no se puede decir que sean rompedoras u originales, aportan una capa de profundidad adicional muy interesante, tanto para la historia como para los personajes e incluso los actores. Creo que cambiar de los episodios semanales autoconclusivos a darle más peso a arcos argumentales más complejos fue todo un acierto, y que la serie salió reforzada de esta evolución.
A lo largo de sus cinco temporadas, Fringe nos ha dejado episodios normales, episodios muy buenos y episodios brillantes. Salvo algunas excepciones, que las hay, ver un episodio de Fringe ha supuesto puro entretenimiento con una realización más que buena. Y afortunadamente, de los episodios brillantes se pueden encontrar varios, desde los cliffhangers que te dejan con las manos agarradas a la silla (como el final de la primera temporada, There's More Than One of Everything), a grandes revelaciones como Letters of Transit, o episodios conducidos de manera soberbia como Do Shapeshifters Dream of Electric Sheep?, The Firefly o The End of All Things.
Pero también hay pegas. Una vez vista la serie en su conjunto, hay determinados pasajes de la historia que ahora se notan en parte como relleno, hay historias que parece que han recibido un peso mayor del que luego han tenido en la historia global. Y además, la última temporada me parece en general y salvo momentos aislados, fallida, muy a mi pesar. Aunque la introducción de la línea argumental que se iba a desarrollar tuvo una magnífica introducción en la temporada cuarta con uno de los mejores episodios de la serie por el impacto que tuvo, creo que ha sido un tanto chapucera.
Hay varios recursos narrativos que se han usado que provocan cierto sonrojo: amnesia, misiones episódicas para rescatar elementos que deben unirse para formar un plan (como si fuera Bola de Dragón), algunas licencias en el uso de ciertos escenarios como el laboratorio o el uso del ámbar, el mal uso que se ha hecho de las facultades de los Observers... Demasiadas cosas, incluido un final que, o se me ha escapado algo, o presenta una paradoja bastante importante.
Y esto supone una mancha precisamente donde más duele, al final. Es una pena, porque deja un regustillo amargo. De todas formas, yo os recomendaría que le dieseis una oportunidad. Tiene sus fallos, hay algunos episodios flojos, pero muy posiblemente os enganchen sus personajes. Y si os gusta la ciencia-ficción, su mitología os terminará intrigando tarde o temprano. A pesar de todos sus fallos, gran parte de ellos concentrados en la última temporada, para mi pesan más sus virtudes. Es una serie que me ha proporcionado grandes momentos de televisión y a la que ya echo de menos.
Keep looking up.